A los 94
años de edad, Manuel Martínez Guerra mantiene una
lucidez que da una sana envidia, son nueve décadas de
experiencia y una vida de trabajo bien llevados. Nació
en Los Andes en 1914, hijo de Tristán y Dolores quienes
vivían en una casa de adobe en la Avenida Argentina 605,
lo recuerda muy bien.
En el año 1923 ingresó al Instituto
Chacabuco, a aquel antiguo local cedido por los Padres
Asuncionistas, frente a la actual ubicación. Pese a no
tener muchos años de fundado, ya tenía un prestigio y
estaba en un período de consolidación. Según relata la
historia, en esos años había cerca de 256 alumnos y poco
a poco aumentaba la matrícula a 326 hacia 1925.
Su Director era el Hno Lucino María, quien
fortaleció la enseñanza Primaria, dando paso a un ciclo
de Humanidades. Los hermanos se encargaban de toda la
instrucción dando gran énfasis a la formación religiosa,
ya nacían las Cruzadas Eucarísticas y cada año los
pequeños hacían su primera comunión.
Egresó en el año 1928, y aunque fueron
cinco años guarda gratos recuerdos de su paso por el
Instituto. Don Manuel era estudioso, tenía muy buenas
calificaciones, según lo comenta y aun siente un
especial cariño por los hermanos Emeterio y Eulogio, de
quien se sorprendió al saber que vivía a los 101 años de
vida, al igual que sus hijos que escucharon a hablar de
él en más de una oportunidad. Entre sus comentarios
anecdóticos resalta el costo de la colegiatura: se
pagaba ocho pesos mensuales.
El Departamento de Prensa del colegio se
trasladó hasta Nos, en San Bernardo, para testimoniar en
una hora de conversación sus vivencias y recuerdos de su
paso por su primer colegio.
De sus compañeros, hizo que su hija Gavia escribiera sus
nombres en una libreta, por si la memoria fallaba, pero
esto no ocurrió. Estudió con Raúl y Daniel Zenteno, Juan
Borie, Gaspar Rivas, Cesario Matar, Valentín Omeñaca y a
quien más recuerda es a Eulogio Heredia ya que
participaron del Centro de exalumnos.
Si bien tenía buenas notas, don Manuel no
sólo se dedicaba al colegio, sus padres tenían un
almacén y pese a sus escasos años tenía que ayudarles
con la lechería.Caminaba 20 ó 30 cuadras para sacarles
la leche a las vacas muy temprano en la mañana antes de
irse al colegio.
Pero no fue el único trabajo que desempeñó, antes de
irse a Santiago en la década del 30´ recuerda que estuvo
como mensajero para la Empresa de Ferrocarriles,
específicamente en la gerencia, naciendo desde ese
entonces un fanatismo por el club deportivo Trasandino.
Su familia
Termina las Humanidades en Santiago y luego en el
Instituto Superior de Comercio se recibió como contador
en el año 1945. De familia numerosa, con seis hermanos,
continua con esa tradición, y junto a su esposa tienen
cinco hijos, 11 nietos y 9 bisnietos.
De sus hermanos, la matrona Ana Martínez fue nombrada
Hija Ilustre de Los Andes, en el año 1996, debido a su
innegable aporte a la ciudad, atendiendo el nacimiento
de varias generaciones de vecinos, además de ser una de
las alumnas de Gabriela Mistral.
Su hermano Arnaldo era un conocido
comerciante, su negocio llamadoAlmacén y bodegas para
todos, pasó a manos de su hijo Mario quien lo convirtió
en una botillería también en la Avenida Argentina. En la
actualidad quedan con vida tres hermanos Martínez,
Manuel, René ex médico, y Aurora, la menor, una
religiosa de la Congregación de Maria Auxiliadora.
Reconocimientos
En el año 2003, el Centro de Ex alumnos del Instituto
Chacabuco lo distinguió por sus 75 años como ex alumno.
A los 94 años de edad es un honor para este grupo
entregarle un nuevo reconocimiento a don Manuel Martínez
Guerra, uno de los ex alumnos más longevos del colegio.
En esta ocasión, son 80 años
80 años de recuerdos que
aún guarda en su memoria, pero aún más en su corazón,
atesora ese cariño, por aquellos hermanos que dejaron su
huella indeleble de educadores maristas.