Una
invitación a hacer silencio, a reflexionar y compartir
en grupos, para que dejásemos por unos minutos nuestra
vida cotidiana y así pudiésemos conectarnos con Dios,
fue el objetivo de la Primera Jornada de Espiritualidad
Apostólica Marista que en esta ocasión se realizó en el
Salón del Estadio.
Un ambiente distinto fue el escenario de
este encuentro en el que participaron, auxiliares,
administrativos y profesores y cuyo lema Abrimos
nuestro interior y hacemos experiencia de Dios se
trabajó con varios signos e incluso una representación.
Cada integrante de las 11 comunidades debía
encender la luz de su interior para reflexionar en torno
a determinar en qué minuto de nuestras ajetreadas vidas
hacíamos conexión con Dios. Para lograr la
identificación se presentó una pequeña representación de
una mujer llamada Ana (Claudia Rozas)) quien con dos
hijos, un trabajo y la responsabilidad de una casa,
corría todo el día, para terminar el día felizmente
cansada.
Luego de un compartir en comunidad se
orientó una dinámica personal, basada en dos textos. Una
carta del Hermano Pau que escribió a su cuñado Miquel,
horas después de su muerte y Carmel Luck, subdirectora
del Marist Collage de Canberra, Australia.
La jornada fue espacio significativo de oración, que
concluyó con la misión de continuar la reflexión en
comunidades, las que no deben apagar su luz al
conocimiento personal.